LOCOS VERSOS
Quiero
cantar un himno sincero,
Con
lúcidas grafías
Emanadas
de lo más furtivo
De esta abrumada
alma.
Mas el
vendaval del tiempo
Me
encadena la lengua
Que
libre me dotó el cielo.
Desde la
centinela,
Una voz
me dicta versos
De una
nublada canción
Que
pondere la lujuria
Del
anfitrión del festín de sangre;
Mas, por
estima a mi pueblo:
Niego abonar
a los locos versos.
MI RAZA
Esta
raza, la sureña mía:
Que ayer
no pudo el norte
Subyugar
a sus agrados.
Esa raza
que hace dos soles
Era ruda
de alma;
Hoy ha degenerado en suma;
Aquél patrio
celo
De los
insignes ancestros,
Que
contra ventisca
Y
marejadas, pugnaron
Por legarnos la venturosa tierra,
La presente
prole vilipendia
Aquélla
efusiva estima,
Convirtiéndose en pérfidas
De la
patria, por la triste
Avidez
que entorpeces el alma.
A UNA
MUJER NDOWÉ
Mira esas huellas selladas
Sobre
las blancas arenas
De las
playas de Etembue;
Son de aquella
negra mujer Ndowé
Parada a
los pies del mar;
Mirándose
por el espejo
De la
vida, aquel tierno ayer,
Cuando
soñaba con el dorado mañana
Aquella
negra mujer
Envuelta
en atuendo de Ivanga,
Que con
lágrimas escribe
Su
apenado testamento
Sobre
las olas del mar que
Acarician
sus deliciosas piernas,
Aquella,
es la dama que la negra mano
Secuestró
su ilusión.
MI
SOLEDAD
Soledad, retiro del
alma pensante,
Paraje donde nutre el
alma del saber;
Vaga ermita donde recluyen ajados
Pájaros que el amor
corroe el alma.
Pero ¡oh fortuna encarnada fémina!
Mi desconsuelo no es
por tu ausencia,
Ni paraje que me
adiestre el alma;
Mi soledad es más aguda
que el hondo
Silencio nocturno del
camposanto.
Me corroe el alma mi
Guinea,
Me siento solo en este
paraíso,
Donde todo se haya
enmudecido.
Me aterra esa espesa y
opaca manta
Que recubre la
techumbre de mi patria
Impidiendo que las
purpúreas barbas
Del sol acaricien mi
fecunda tierra.
¡Qué funesta la mía!
Habitar entre muertos
Vivientes que cubren
los ojos por miedo
Ha ser espectadores de
sus desplomes.
Tonadas entono, y nadie
responde,
Dardos lanzo, y nadie a
sumarse viene a mí.
Cada sol y luna que
prorrumpe y sucumbe,
Agudiza más mi soledad.
Atisbo la esperanza de
mi patria
Desvaneciéndose en el
nubarrado horizonte.
Nánãy-Menemôl Lêdjam
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