Por Nánãy-Menemôl Lêdjam
A lo largo y ancho de nuestras pesquisas por hallar cuándo se fundó el pueblo que hoy tratamos de acercar a nuestros leedores, llegamos a la conclusión de que podría haber sido fundado a finales del S. XVI, cuando la isla de Annobón adquirió el clave papel del reabastecimiento mediante aguada y provisiones de víveres a las naves negreras. Entonces, la isla era utilizada como una escala obligada de las naves negreras que provenían de las costas del continente negro, incluso, del continente asiático, con destino final al continente americano; período durante el cual, ha habido mucha convulsión en la isla por los constantes y brutales intentos de los europeos (ingleses, holandeses y franceses) por hacerse con la isla. Si echamos una mirada retrospectiva a la oralidad literaria del pueblo, a través de una leyenda[1] de la localidad de Ánghändji (pueblo situado al Este de la isla), también podría proporcionarnos informaciones que nos sirvan de argumentos para reforzar algún vacío.
Hoy, Áfansêdji es un minúsculo pueblo enclavado en la bahía de Ájabala, casi desaparecida. En la actualidad viven en él temporalmente a penas tres o cinco familias. En tiempos lejanos, este pueblo jugó un papel destacado frente a los esclavistas franceses, proeza que hizo famosa a la zona. Se presume que en toda la bahía, desde Ponto Jobolo hasta el pueblo afectado, existía un sólo pueblo, Ájabala, pero por algún enlace matrimonial entre una familia indigente de la bahía y de una opulenta de Sã Púdul (San Pedro), capital de Ánghändji; como refleja la leyenda que indicábamos, hizo que se emigraran la mayor parte de los moradores de Ájabala para sumarse a los vecinos de Sã Púdul, centro urbano de Ánghändji, mientras la minoría no se movería de la zona.
Revelan los testimonios de nuestras rebuscas que, los pobladores de Ájabala que se quedaron a vivir allí, veían de vez en cuando que los barcos europeos echaban botes e iban a la tierra. Un día, hartos los lugareños, decidieron averiguar qué iban a buscar ellos negreros en la diminuta playa que se encontraba en la zona. Cuál no sería sus desconciertos: los franceses iban a abastecerse de agua en el riachuelo que en la costa desemboca; pero lo que más causó disgusto a los lugareños, era que los franceses habían izado allí la bandera gala, donde se podía advertir con facilidad desde el mar. Una vez informado a la máxima autoridad del pueblo, éste, organizó a sus hombres y tendieron ataques selectos a los galos. Rezan los testimonios que hubo baja en los dos bandos, pero la balanza cayó en favor de los annoboneses que entonces vivían en la bahía. Tras la victoria, decidieron trasladar el asentamiento al lugar, fundando de este modo el pueblo junto al riachuelo, muy cerca de la costa.
Una vez establecidos en la zona, nominaron al pueblo Áfansêdji, (Aguas francesas), y al riachuelo lo llamaron Lubá d’Áfansêdji, río de Aguas francesas.
<!--[if !supportFootnotes]-->
<!--[endif]-->
<!--[endif]-->
<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> Zãn d’Ájabala, leyenda inédita recopilada
por el autor de la pieza.
Informantes: Másantu Kôkôlôk de 95 años y Messá Tafina de 72 años
por el autor de la pieza.
Informantes: Másantu Kôkôlôk de 95 años y Messá Tafina de 72 años
Comentarios
Publicar un comentario