“Hablo como individuo, no me confundan con otro ente”
En un momento que consideré substancial para
abordar con una considerada persona pública (clase política) de la sociedad
annobonesa, el político, durante el razonamiento, como quien dice, ha encontrado
la oportunidad para hacer pedagogía política y aconsejar a un niñato, enunció
algunas palabras tan viles que no esperaba que salieran del fondo del alma de
un sujeto de su calidad.
La persona en cuestión,
sólo tiene una definición absoluta pero desmesuradamente absurda de la palabra política,
cuando traduce la misma del idioma isleño sotx
(política), al idioma de Cervantes.
Según nuestro interlocutor, “Sotx
significa mentir” o sea, la política es una disciplina de mentir y engañar. Con
esa hipótesis, asegura que la política no es un quehacer dirigido a la toma de
decisiones de un grupo de personas para alcanzar objetivos marcados; tampoco
como una forma de ejercer el poder con la intención de resolver o disminuir las
posibles colisiones que pueden producirse en el seno de una sociedad, sino una
coyuntura para mentir, someter, engañar, humillar y ultrajar a la sociedad.
Si analizamos con
cabeza bien fría la voz en cuestión, nos demos cuenta que la misma es una palabra
polisémica, es decir, posee más de un significado o sentido.
Me tomaré la libertad de
rubricar en este cuerpo, las diferentes acepciones de la voz en cuestión en
líneas más abajo.
En ningún momento el idioma ambô, sotx se
traduce categóricamente como acto de mentir. Prueba de ello, cuando una persona
está enamorada de otra y se lo manifiesta, pero la otra parte se reíste a sí
misma en admitir sabiendo que también siente el mismo gusanito hacia el emisor/a;
o simplemente cuando una persona ofrece alguna prima a algún receptor, y éste a
pesar de su necesidad, insiste en no aceptar la recompensa, suele decirse “I
ská fê sotx” (él/ella está fingiendo, no se dice está mintiendo. Por tanto, sotx
no puede traducirse aquí como mentira. En otro contexto podemos apreciar cómo
se entiende o es traducido sotx en nuestro idioma al español con la siguiente oración:
“Inen sá ná ngê sotx” (ellos son gente de política, o sea, ellos son
políticos), no creo que se manifiesta que son embusteros. En ninguna de las
acepciones se interpretar sotx como el saber mentir.
Los diferentes vocablos con los que se
identifica la mentira en el idioma ambô son: ganduya, fantxila, veyaku, úvé, alô y las alocuciones: má säku (amarar el saco); I sá tondá
(es Don embustero) o I sá mádá (es Dña embustera) estas dos
alocuciones son muy recientes.
Inconcebible es digerir
que sotx (ambô), política (español) signifique exclusivamente mentir, que un
politólogo sea considerado un especialista en mentir. Lo indiscreto de todo eso,
es que nuestro interlocutor, al sostener que sotx significa mentir y engañar, nos
dejó otras sentencias muy distraídas. Sin darse cuenta se puso a contradecirse:
“No sé mentir, pero soy político”, “No me
metí en la política, sino desde el período de Macías me (metieron) hicieron
político” “sotx ná sá já gäf” (La
política no es buena cosa); “Hoy me
dedico a la política por las circunstancias, no es por mi propia voluntad.”
Eso sí se llama faltar a la verdad.
Nuestro político
sostuvo en todo momento: “Mansé dá fantxaf” (no sé mentir); “sotx sá dá
fantxil” (política es hablar embustes). Si nuestro sujeto no sabe mentir, pero
se dedica a la política, según él, disciplina de la mentira, la pregunta sería ¿por
qué se dedica a la ciencia de embelecos si no sabe mentir? La respuesta nos la ofrece
él mismo, a pesar de que quiere mostrar que no miente, ni sabe mentir, él es un
mendaz de primera línea, porque se halla en el ramaje del árbol de embustes,
simplemente porque miente que no sabe mentir. Quiero dejar claro que el vocablo
annobonés sotx, no se traduce como engañar, tampoco mentir, sino más bien político/a
y fingimiento, según contexto oracional.
Lo triste de todo, nuestro
raquítico mental político pretendía darnos lecciones políticas, pero se dio
cuenta que de la política no tiene nada de qué ofrecernos, sólo podría, sin duda
alguna, enseñarnos cómo se engaña al pueblo para enriquecernos a costa de éste.
La frase “Sotx sá já
fêyu” (la política es mala cosa), que nuestros retrógrados pedegistas de la
isla de Annobón les gusta decir, no es cierto, hacer política no es nada
negativo, es un lenguaje pobre que emplean para intimidar a la gente cuando ven
amenazados sus panes, y para salvaguardar su situación, sacan de las mangas que
“hacer Política es un mal oficio”, ¿pero
si hacer política es malo, por qué se dedican a ello? ¡Qué menuda manera de
mostrarse ser políticos! Reitero, decir que política es mala cosa, es una
expresión asustadiza, al tiempo que es una vaga forma de intimidar a los demás.
Estos que predican que hacer política es meterse en un campo de minas antipersonales
e ingrato, son los mismos que derrochan todos sus esfuerzos por aferrarse en el ejercicio político, beneficiarse de él, seguir
pisoteando a los demás, y preparando a sus hijos para sustituirles en el
supuesto mal oficio. ¿Desde cuándo un buen padre que ama con toda su fuerza a sus
hijos, les prepararían para ser malvados? ¿O emprender el camino malo, viendo
que hay otro mejor que éste? Estas mentiras son demasiadas perezosas e
insostenibles. Si en nuestra sociedad actual, ejercer política es malo, es
porque así los políticos quieren que sea el escenario.
Al parecer, a nuestro
interlocutor, cuando alguien habla de la mala situación política de Annobón y
la actitud de los políticos annoboneses, le gusta recurrir a expresiones pobres
para mostrar su desconocimiento de la política. En diciembre del año pasado
protagonizó una triste y picante discusión con un joven en Palea. Mientras el
otro le planteaba las vejaciones que los isleños reciben de los marroquíes que
operan en la empresa SOMAGEC, y a pesar que los políticos annoboneses poseían
todas las informaciones en sus poderes, ninguno movió un solo dedo en mediar la
situación. Para la desgracia de nuestro personaje, textualmente respondió al
dolido joven: “Ellos, (refiriéndose a los marroquíes) hacen esas cosas donde la
gente tiene cerrado los ojos”. Esas pícaras palabras cundieron en lo más profundo del
joven y de una mujer que seguía la discusión, aquella señora, sin darse cuanta
se involucró en la acalorada discusión, y respondió al político:
-“Aaaah, esto es lo que sabes decir. Así defendéis los intereses de los
annoboneses; para tu información, no estamos apagados, sino tú y el grupo de tus
amigos sí sois los que estáis muertos, sois unos pares de cobardes. Para que te
conste, algún día no muy lejano vais a lamentar de lo que está por venir,
entonces responderéis. Sólo sabéis hablar de Annobón cuando buscáis los cargos
para ganarse dinero a costa de nosotros y nada más.”
Entendí que nuestro
político pretendía decir al joven con quien discutía que no podían hacer ni
decir nada a los marroquíes, que ellos, los políticos annoboneses, tienen la
misión de guardar silencio en todo, y al final del mes, cobrar sus millones de
Cefas por no decir nada, porque si dijeran algo, perderían sus favores. Este es
el mismo político que una vez dijo: “estando ahí, no se puede decir nada, estamos
ahí para decir sí y nada más.”
Malabo a 17 de
septiembre de 2015
Nánãy-Menemôl LÊDJAM
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